La analfabeta by Agota Kristof

La analfabeta by Agota Kristof

autor:Agota Kristof [Kristof, Agota]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2004-01-01T05:00:00+00:00


{7}

La memoria

Me entero por los periódicos y la televisión de que atravesando la frontera suiza clandestinamente en compañía de sus padres, ha muerto de frío y de agotamiento un niño turco de diez años. Quienes los «pasaban» los dejaron cerca de la frontera. No tenían más que seguir recto hasta el primer pueblo suizo. Caminaron durante varias horas a través del bosque y la montaña. Hacía frío. Al final, el padre cargó con el hijo a su espalda. Pero ya era demasiado tarde. Cuando llegaron al pueblo, el niño había muerto de cansancio, de frío y de agotamiento.

Mi primera reacción es como la de cualquier suizo: «¿Cómo se atreve la gente a aventurarse en viajes así con niños? Tanta falta de responsabilidad es inadmisible». La reacción es violenta e inmediata. Un viento frío de finales de noviembre penetra con violencia en mi habitación bien caldeada, y la voz de mi memoria se eleva en mi interior con estupefacción: «¿Cómo? ¿Te has olvidado de todo? Tú hiciste lo mismo, exactamente lo mismo. Y tu hija era casi una recién nacida».

Sí, me acuerdo.

Tengo veintiún años. Estoy casada desde hace dos años y tengo una niñita de cuatro meses. Atravesamos el límite entre Hungría y Austria una noche de noviembre, precedidos por un pasador de fronteras.[1] Se llama José, lo conozco bien.

Somos un pequeño grupo compuesto por una decena de personas, varias de las cuales son niños. Mi hijita duerme en los brazos de su padre, y yo llevo dos bolsas. En una de las bolsas hay biberones, pañales, ropa para cambiar al bebé; en la otra, diccionarios. Caminamos en silencio detrás de José durante más o menos una hora. La oscuridad es casi total. A veces proyectores y cohetes lo iluminan todo; oímos petardos, tiros. Luego regresan el silencio y la oscuridad.

Al final del bosque, José se detiene y nos dice:

—Estáis en Austria. No tenéis más que caminar recto. El pueblo no está lejos.

Abrazo a José. Todos le damos el dinero que tenemos, al fin y al cabo este dinero no tiene ningún valor en Austria.

Caminamos por el bosque. Mucho rato. Demasiado rato. Las ramas nos arañan la cara, caemos en los hoyos, las hojas muertas nos mojan los zapatos, nos torcemos los tobillos con las raíces. Encendemos algunas linternas, pero sólo iluminan pequeños círculos; y los árboles, siempre los árboles. Sin embargo, ya tendríamos que haber salido del bosque. Tenemos la impresión de estar caminando en círculo.

Un niño dice:

—Tengo miedo. Quiero volver. Quiero ir a la cama.

Otro niño llora. Una mujer dice:

—Estamos perdidos.

Un muchacho dice:

—Detengámonos. Si seguimos así, volveremos a encontrarnos de nuevo en Hungría, si no lo estamos ya. No os mováis. Voy a ver.

Sabemos lo que quiere decir «encontrarnos de nuevo en Hungría»: la cárcel por haber atravesado ilegalmente la frontera, e incluso los disparos de los guardias fronterizos rusos borrachos.

El muchacho sube a un árbol. Cuando baja, dice:

—Ya sé dónde estamos. Me he guiado por las luces. Seguidme.

Le seguimos. Pronto, el bosque se va aclarando y marchamos por fin por un camino de verdad, sin ramas, sin hoyos, sin raíces.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.